(Madrid. Especial para Clarín).- Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el dictador Francisco Franco se negó a entregar a los aliados a numerosos criminales de guerra nazis y miembros de los servicios de inteligencia y seguridad de Adolf Hitler que vivían en España. El influyente diario El País publica con gran despliegue una lista de 104 de estos individuos con su nombre y paradero, y señala que el documento, de once páginas y redactado en inglés, se encuentra en los archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores. La nota había sido redactada por los servicios de inteligencia de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, y en ella se exigía al dictador Franco que expulsara a los mencionados en la lista negra.
El resultado, según El País, fue que los agentes consiguieron el amparo del régimen franquista y los más influyentes lograron la nacionalidad española. Sólo queda un superviviente, Hans Jurestschke, un profesor emérito de alemán que enseñó hasta 1979 en la Universidad Complutense de Madrid.
La nómina de los servicios secretos occidentales identificaba a agentes de las siniestras Gestapo y SS, dos organizaciones nazis responsables de los peores crímenes del régimen hitleriano, y de Abwehr, el servicio de inteligencia militar alemán.
Un ejemplo de la catadura de los protegidos por el franquismo lo revela la ficha que los servicios aliados presentan al gobierno español sobre Franz Liesau Zacharias, residente en la calle de Alcalá número 52, de Madrid. El agente compraba animales en el por entonces Marruecos español y la colonia de Guinea con los que se realizaban experimentos en Alemania, entre ellos, la propagación de horribles enfermedades, como la peste, en los campos de concentración.
Otto Hinrichsen, uno de los más activos agentes en el norte de España, mantenía contactos con tripulaciones que viajaban a Buenos Aires. Según su hijo Rodolfo, quien no niega las acusaciones contra su padre, les pagaba y conseguía informaciones para el contraespionaje del almirante Canaris. Arrestado por sus actividades, Franco se negó a repatriarlo, como pedían los aliados, por los servicios que había prestado a la Legión Cóndor, responsable de bombardeos contra la población civil española y la histórica destrucción de la ciudad vasca de Guernica.
Rudolf von Merode era responsable de la muerte y tortura de numerosos ciudadanos franceses en su tristemente famoso baño de hielo de San Juan de Luz , una ciudad ubicada en la frontera con España.
Dos prominentes integrantes de la lista son Walter Junghanns, que colocaba bombas en cargamentos de naranjas enviadas al Reino Unido, y Hans Heinemann, un peligroso agente complicado en el asesinato de un aviador canadiense.



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